LA FUERZA CONTRA LA ADVERSIDAD

Fatima Pareja ha conquistado las redes sociales por su peculiar manera de narrar en primera persona la enfermedad del cáncer de mama. Admite que “se ha topado” con la fama y que, aunque se encuentra en una situación completamente nueva, le encanta ser el apoyo y la ayuda de cada día más gente. Porque si algo desprende es fuerza y carácter. Conocemos su historia, desde Sevilla hasta Barcelona.

No es normal, por mucho que ella se empeñe en decir que ella no es más que una chica normal, enseguida transmite que tiene un carácter especial. Aunque es amable y graciosa, se deja ver un carácter fuerte y temperamental. Desde que llegó al lugar de la entrevista, ya lució todas sus virtudes. Llegó como se le esperaba. Vestida a la moda, con su reluciente pañuelo en la cabeza, despertaba los piropos del entrevistador, pero ella responde: “Yo de influencer nada de nada, yo soy así”. Entre risas, recordaba con el periodista aquellos tiempos en los que se conocieron, tiempos más sencillos y despreocupados. “Quién volviera a esos tiempos, ese festival fue el mejor de mi vida” defendía la entrevistada. Sin un ápice de nerviosismo y con toda la naturalidad del mundo, se preparaba y se ponía guapa para empezar la entrevista, contando entre medias algunas de las anécdotas que ha vivido gracias al proceso por el que está pasando. “Me fui de Sevilla buscando un futuro ya que aquí, por las circunstancias que hay en Andalucía, no hay trabajo”, esta sevillana ya demostraba la valentía con la que afrontaba su vida desde su juventud, cuando, por ejemplo, no dudó en hacer las maletas y emigrar para buscar un futuro mejor. La situación se puso sería a la hora de entrar en materia.

Una de las cosas que debe aprender la sociedad de ella es su manera de hablar sobre el cáncer. Aunque ya se ha enfrentado a más de una entrevista y para medios muy importantes, el ambiente tan familiar que se crea en la sala da a preguntar… 

-¿Nerviosa por la entrevista, o como si nada?
– De nervios nada- Dijo con claridad y firmeza. 

Se le preguntó que cómo se imaginaba la entrevista, si se la esperaba tranquila o fuerte. Su respuesta, como el resto, fue clara y dura. “Espero que no sea floja, ya te dije que preguntaras sin miedo sobre cualquier aspecto”. Fátima toma así la decidida labor de romper tabúes. Se convierte en ejemplo, porque incita a que cada día más gente (sea cual sea su situación) se anime a contar sus experiencias, bien sea frente a una cámara o confesar sus sentimientos a sus allegados. 

Cuando cuenta su experiencia, lo hace de una manera desenfadada y completamente naturalizada. “Tenía el bulto desde hace bastante tiempo, pero nunca piensas que va a ser cáncer o algo malo. Pero si es verdad que desde que mi madre padeció cáncer de cuello de útero, ha estado encima mía para que fuera al médico”. Recala así la importancia que tiene la autoexploración en la prevención de la enfermedad. En sus redes sociales fomenta hastags tales como, por ejemplo, #AUTOEXPLORATELAMAMA, que es un movimiento en el que se reunen testimonios de personas que han descubierto la enfermedad a tiempo de poder ser tratada de una forma correcta, tanto como de apoyo a los enfermos. 

Comenta que ese 10 de abril no sabe si le dieron una buena o una mala noticia, porque se siente una privilegiada. Se tiene que tener carácter de líder para afrontar las carencias (en cuanto a estigmas) que pueda padecer la sociedad. Fátima se topó con que no encontraba referentes a la hora de habituarse a su nueva situación. Actos como ponerse correctamente un pañuelo, o saber que crema le iba mejor para su tipo de piel, maquillajes especiales… “Lo que encontraba no me satisfacía, pues me dije que yo iba a contar mi experiencia, pero jamás pense que se fuera a formar la pelota que se está formando”, dijo. Este ánimo por parte de la gente, tal y como testifica la entrevistada, le vino genial ya que se encontraba en su momento más bajo de ánimo.

Una montaña rusa, en eso se ha convertido su vida, ya que sus emociones van variando día a día, “hoy estás arriba pero inevitablemente tienes que tener picos bajos, y cuando estaba en ese pico me llegó este apoyo, en el momento que más lo necesitaba”. La labor que realiza con sus videos guarda una curiosa relación con una de sus anteriores profesiones. Técnica en emergencias del SAMUR, antes se dedicaba a salvar vidas en persona, y ahora se encarga de salvarlas a través de una pantalla.
Estos vídeos, por supuesto, no han pasado desapercibidos. A parte del gran éxito obtenido en las redes sociales, Fátima ya ha colaborado junto a diversos youtubers y con el grupo de rap sevillano SFDK. De su vocalista, Saturnino Rey, destaca su humildad y su personalidad arrolladora “se me acercó y me animó a participar en su videoclip».

Surge una cuestión inevitable, ¿de dónde se sacan las fuerzas para convertirse en referente y apoyo de tanta gente en sus momentos más bajos? Fátima confiesa que de sus hermanos. “Cómo explique en un vídeo, mi actitud va en consecuencia a mis familiares, es muy duro porque aparte de llevar nosotros la enfermedad, también llevamos encima el peso de ellos. Con esto me refiero a que si yo estoy bien, nuestros familiares están bien”. Su risa, comenta, hace que sus familiares se sientan mejor. Pero ella, aún siendo referente de mucha gente, también aprovecha para apoyarse en la gente que le sigue y que le admira, defiende que se apoya en ellos para así seguir subiendo.

Esta es Fátima como referente público, pero detrás hay otra persona. Esa misma que confiesa que cuando se enteró del diagnóstico se preguntó: ¿y por qué yo?. “¿Y por qué yo si el cáncer siempre se ha catalogado a personas mayores?”. El hecho de hacerse esa pregunta viene dada por la concepción social que se tiene de la enfermedad, y así lo demuestra. Detalles tales como que, por ejemplo, las mamografías se empiezan a hacer desde los cuarenta y cincuenta años. Explica que muchas chicas le piden qué hacer ya que en su familia tienen antecedentes, pero no pueden hacerse una mamografía ya que no se encuentran en el rango de edad. “Cada día esta enfermedad toca a más y más jóvenes, no paran de escribirme chicas de alrededor de 27 años, y es que el cáncer no entiende de edades”.

Pero no todo es bonito a la hora de exponerse, admite que recibe críticas tanto de gente que padece la enfermedad como de personas completamente ajenas a ella. “Sienten que por meterse en un perfil público y ver cuatro fotos ya te conocen”. Pero su forma de ser la lleva a fijarse en lo beneficioso que le otorga haberse expuesto de esta manera. Se le ve la ilusión en los ojos contando cuando gente le pide consejos para ayudar a familiares que lo están pasando mal con la enfermedad. “Dando esos consejos es cuando te das cuenta que tienes que volver a subir la montaña, ya me sé el camino, entonces es cuestión de ganas y de tirar para adelante”.
“¿Se puede sacar algo positivo de la enfermedad?”, es una pregunta frecuente que suelen hacer a los que la padecen o la han padecido. Fátima lo dice claro: “por supuesto que sí, y no sólo te lo digo yo, si tienes la oportunidad de hablar con más gente que la haya padecido te van a decir lo mismo”.
Sincera como pocos, ha admitido que su vida se ha transformado por completo. Bajo la definición que ella misma se da, pasó de ser una chica muy materialista a ser una chica sencilla. Al fin y al cabo, tal y como se puede extraer de sus reflexiones, estos golpes de realidad te humanizan, te cambian, en definitiva, “te ponen los pies en la tierra”. Conocer a personas que se hayan enfrentado a estos duros golpes de la vida, muestran la esencia humana en estado puro. Enseña cómo se debería afrontar la vida, de una manera sencilla, sin dejarnos influenciar por los aspectos negativos de la sociedad y dando importancia a lo que realmente lo tiene.
Esta sinceridad que saca a relucir cada vez que habla, se hace patente también en sus vídeos. Como explica: “No tengo tabúes porque es la vida real, yo no puedo colgar algo en mi perfil diciéndote mentiras sobre la enfermedad. Alguna vez me he grabado en mis momentos más bajos, aunque aún no he encontrado el momento de subirlos, pero esa es la realidad”.

El poder de las miradasFue una de las cosas que Fátima también comenzó a valorar de la sociedad. Siente cierta rabia cuando se siente excesivamente observada al caminar o hacer vida social en la calle. “Las que no duelen son las miradas cómplices”, comenta con cierto dolor. Reivindica así que la sociedad no considera a la persona enferma de cáncer como un igual, lo trata y lo percibe como un extraño. “Yo no soy pobrecita, siempre digo que los pobrecitos son la gente que tiene que dormir en la calle, en los portales… con este tiempo que hace (que hace muchísimo frío)”, recalca Fátima.
Deja claro que el ser humano es normal sólo por el simple hecho de ser humano. “Sientes algunas miradas y notas que son miradas de ánimo, que están contigo, que te apoyan… e incluso de gente que ni siquiera conoces. Pero hay otra gente que te mira y como que te tacha de “pobrecita, esta enferma”. Yo soy normal, es que yo soy normal. Tengo dos brazos, dos piernas… y aunque no las tuviera, seguiría siendo normal”. Así, Fátima, pone su ejemplo propio. Explica que desde que tiene la enfermedad ha hecho más cosas que gente que no la tiene.

El consejo que le da a la gente que está pasando por su misma situación es nada más y nada menos que vivir. “Nos miran como bichos raros”. Comenta que hay mucha gente que está pasando por su misma situación que no se sienten identificadas con sus testimonios, que no se sienten observadas. A todas ellas Fátima dice que “no se engañen, porque si te miran. Hay gente, y en especial mujeres, que se compran pelucas con lo caras que son, que salen en torno a unos 1.000-1.500 euros, aun siendo fabricadas con pelo do- nado”.

Surge así el planteamiento más duro. Fátima, como siempre valiente y decidida, confirma sin temor que los enfermos de cáncer se convierten en un negocio. Nos abre, precisamente, un nuevo debate. Este planteamento siempre ha tenido cierta controversia. Fátima defiende que “nosotros somos un negocio, hay gente que se pone peluca por tal de pasar desapercibida, cuando no hay necesidad. También puedes ir a una tienda especializada de oncología con champús, cremas… cuando ciertamente no hay necesidad”. Deja claro que muchas empresas suben el precio de sus productos solo por ser destinados a enfermos oncológicos. “Es muy frustrante ver cómo chicas donan su pelo con toda su buena intención, pero luego llego yo, que no tengo pelo, quiero una peluca larga y me cobran un dinero importante”. Admite así que, aunque luce su pañuelo con mucho orgullo, también se ha visto obligada a ponérselo debido a los altos precios de estas pelucas. Muchos enfermos recurren a productos de menor precio pero, como es evidente, de peor calidad. “Yo las he probado, esas pelucas que cuestan 100 euros, y la verdad que se está mucho mejor con el pañuelo”. Este último se ha convertido en un símbolo de su lucha personal contra la enfermedad. Confiesa que le da incluso un poco de pena tener que despedirse de él próximamente, ya que ya ha terminado sus sesiones de quimioterapia y volverá a dejarse crecer el pelo. Con su sencillez y su crudeza trata de romper con el negocio (aunque sea muy dificil) establecido alrededor de los enfermos de cáncer. “Lo mismo pasa con los productos la piel… hasta en el mismo hospital hay enfermeros que te recomiendan tiendas con productos oncológicos y, verás, una crema que te cuesta allí 50 euros porque te lo venden como lo más “top” del mercado”. Con orgullo confiesa “yo me compro la crema del Mercadona (PH Neutro), ¿qué cambia, un aroma? Puede que el otro lo hagan con sustancias naturales… pero yo he usado esa desde el principio y no he tenido ningún problema”. Fátima simboliza así una especie de lucha al más puro estilo David contra Goliat, el pequeño contra el gigante. Sus declaraciones y la indignación que en ella despiertan casos como estos, hacen que la sociedad se de cuenta de que tener la enfermedad no es solo padecerla en sí, sino que viene abocada a luchas tanto sociales como económicas. “Conozco el caso de una chica que fue a una tienda oncológica y se gastó 150 euros en 3 productos. ¿No tenemos ya suficiente con nuestra enfermedad? ¿Con estar de baja en el trabajo? A muchas las echan de su puesto solo por el hecho de tener la enfermedad, que encima tenemos que pagar semejante cantidad de dinero por productos “en teoría” de buena calidad, que no la discuto”. Se eleva el tono de su discurso cuando explica que lo que les molesta a la mayoría de enfermos es que haya gente capaz de sacar beneficio del sufrimiento y el proceso por el que están pasando ellos.

La persona que acaba de ser diagnosticada debe der ser informada de los cambios que va a tener tanto psicológicos como físicos. Bajo su experiencia, Fátima declara que el nuevo enfermo debe de concienciarse de que va a padecer bajones importantes tanto físicos, como psicológicos. “Yo siempre me he quejado de que no he pasado mi etapa de duelo, aunque creo que eso nos ha pasado un poquito a todos. Pero es que no se puede pasar una etapa de duelo cuando aún ni has llegado. Me explico, un niño cuando se cae, antes de caerse no sabe que le ha dolido, hasta que no se cae no lo comprueba y llora. Primeramente lo vivimos en un segundo plano, desde la incertidumbre de saber si estas enfermo o no. En esos momentos es cuando tienes que tener paciencia y tranquilidad”. Y eso mismamente es lo que transmite el hecho de pasar un rato con Fátima. Una persona que se enfrenta día a día a su enfermedad de una manera tan natural y sencilla que se convierte en referente de muchísimas personas (cada día más) tanto que se encuentran en su misma situación, como los que no.

Fátima se convierte así en la figura de toda una parte de la ciudadanía. Y es que es este tipo de gente la que necesita la sociedad. Gente valiente, decidida y, sobretodo, empática. Tal y como explica, su sufrimiento pasa en gran parte por los que le rodean, tanto conocidos (su familia), como los que ni siquiera conoce (por ejemplo cuándo defendió que los pobrecitos eran quienes se ven obligados a dormir en la calle). Su labor, más allá de aspectos técnicos (tales como enseñar a ponerse un pañuelo en la cabeza, recomendar productos especializados…), se basa en inspirar a cada día más personas a través de sus experiencias y reflexiones. En conclusión, un ejemplo de superación y lucha para toda la sociedad.

POR Rafael Gil León, estudiante de periodismo en la US.

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