Y como lo prometido es deuda aquí estoy de vuelta delante del ordenador tecleando mi experiencia y reviviéndola, ¿sabéis una cosa? Ya no duele. No me duele recordarla por muy corta que sea. De hecho me sienta bien porque veo que estoy más fuerte que antes.
Como me dice mi pareja: «Eres fuerte pero siempre un poco más que ayer y un poco menos que mañana».
Ya había entrado la esperada Primavera y con ella todos cantando la famosa canción de la época que, por más años que pasen no va a pasar de moda… Sí, ya sé que habéis acertado. «La Primavera trompetera ya llegó» y pisando muy fuerte.
En Sevilla todos a la espera de Semana Santa y Feria, en Barcelona esperando que un soplo de aire fresco se llevara las lluvias y brotara ya el buen tiempo. En España en sí dandole la bienvenida a la época de festivales.
Y mientras tanto, yo, tranquila y nerviosa a la vez… Sé que es complicado tener esos dos estados de ánimos pero os aseguro que los tenía. Estaba 24/7 con el móvil en la mano esperando la ansiada llamada del hospital para que me realizaran la biopsia de mama, tres semanas después de la fatídica ecografía conseguí que me dieran la cita. 1 de Abril, se iba acercando la fecha y con ella mi mal humor, mi miedo. Sabía que algo malo estaba pasando.
Con los ojos medio cerrados aún ahí estábamos puntuales cual alarma mañanera mi pareja y yo, sentados en la sala de espera viendo cómo iban entrando y saliendo pacientes de la consulta sin parar. Y mi nombre, le dejé las cosas a mi novio, me cogió la mano apretándola con fuerza y me dio un beso de esos esperanzadores, de esos que se sienten muy dentro por muy rápidos que sean.
La enfermera me indicó que debía desvestirme de cintura para arriba y que debía tumbarme en la camilla. Me puso «betadine» por la zona del pecho derecho y axila y me tapó con una manta verde después de que la médica me volviera a realizar una ecografía. Me enseñaron el instrumental, me explicaron el procedimiento y me pusieron anestesia local.
Tras coger muestras del bulto, y digo bulto porque para mí todavía no adquiría el nombre de TUMOR, para mí aún había esperanza de que nada malo fuera. Pero bueno, como os iba contando, tras coger muestras del bulto decidieron hacerme una punción en el ganglio centinela para analizar si cabía la posibilidad de que estuviera afectado. Puntos y pósitos los cuales no podía retirar hasta el tercer día, un día de reposo e inquietud.
Jueves, tercer día desde la biopsia y día en el que por fin pude quitarme el apósito del pecho. Me miré fijamente al espejo y me asusté mucho. Tenía un hematoma de unos 6cm, de la rotura de algún capilar en la intervención quizás. Aún así, acudí al médico porque mis familiares estaban intranquilos y me dijeron que no fuera a trabajar, que me tenía que cuidar. Aunque me indicaron en el hospital que podía seguir haciendo vida normal a la mañana siguiente fui a mi médica de cabecera a coger la baja voluntaria, me dolía al hacer lo más mínimo de esfuerzo pero lo paliaba con el famoso «ibuprofeno».
Y hasta aquí, la segunda de las tres partes en las que he decidido contar mi pequeña historia.
Espero que os esté sirviendo a los poquitos que me leéis para tomar conciencia de que no por ser jóvenes estamos exentos de muchas de las enfermedades que la sociedad atribuye a una edad más avanzada.
¡Nos vamos leyendo luchadores!